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                                            imagen de Pixabay   ¡Yo era ella!  *ella- yo- nosotras* El camino hacia las bardas era estrecho. Pasado el mediodía, cuando el sol brillaba sobre nuestros cuerpos, nos daba su calidez y salíamos a disfrutarlo.  Ella caminaba a mi lado, pero no me tomaba de las manos. Me tenía tanta confianza que estaba segura de que no me pasaría nada. Mientras tanto yo, menuda y chiquitita, pensaba: ¿qué me traería este camino?, ¿hacia dónde estábamos yendo?, ¿habría algún animal que nos asustara o que nos lastimara? Necesitaba una protección, creía que su mano era eso. Pero ella no se dio cuenta y me dejó sola con mi propia intuición. El sol cálido calentaba mi cuerpito en un invierno crudo y gélido. Ella a mi lado contaba historias de otras mujeres, siempre descalificándolas, naturalizando eso de que nosotras éramos malas y chismosas,...

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