Civilización o Barbarie
Lo experimenté de chica: majestuoso el lugar, diría
que allí se produce la magia, la inspiración, el encuentro con lo sagrado. Ese
es su territorio ancestral.
Cuando alguien de la familia se enfermaba y la medicina alopática no daba con el alivio o la curación, se recurría a ellas, las sabias, las dulces mujeres que sabían como apaciguar el dolor, las que hacían que las enfermedades desaparezcan. Recuerdo a varias personas de mi familia curarse gracias al pedido de ayuda y ellas, aceptando y dando respuesta. A veces a cambio de pan; la mayoría, a cambio de nada.
Siempre cuidadosas, amables, nunca violentas.
En estas fechas sensibles, a 500 años de los hechos más
aberrantes hacia todos los pueblos ancestrales de esta América, la persecución,
tortura, muerte y robo de sus territorios, no ha cesado.
Civilizaciones ancestrales y civilizadores de la
barbarie. Estado, iglesias, empresas, especuladores.
CULTURA DE LA
VIOLACIÓN
Octubre
de 2022.
Entraron en
sus territorios, en sus casas, en sus hogares, las violentaron, las encarcelaron,
las separaron de sus familias, de sus hijas y sus hijos.
En un avión
militar las trasladaron de noche, a miles de kilómetros de su hogar, a una
dependencia de la Policía en Buenos Aires.
Una señora
mayor y tres mujeres más jóvenes, otras dos están en un hospital. Una de ellas ROMINA, ESTÁ EMBARAZADA.
¿CUAL ES LA DIFERENCIA CON LOS OPERATIVOS QUE HACIA LA DICTADURA CON LAS DETENIDAS DESAPARECIDAS?
Adriana Calvo. Fue la primera testigo en el Juicio a las Juntas Militares en 1985.
Una patota entró en la casa de Tolosa en la que vivían Adriana, su marido y sus dos hijos... Ella aún estaba en camisón cuidando a su hijo de un año y medio, Santiago, que estaba con varicela. La mayor, Martina, se había quedado a dormir –por primera vez– con sus abuelos. Su marido estaba trabajando en la Universidad Nacional de La Plata, donde ambos eran docentes: ella, de Física; él, de Química. Adriana, además, era parte de la comisión directiva de la Asociación de Docentes e Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas (ADIFCE).
Una vecina logró arrebatarle el nene a uno de los represores. A Adriana le ataron las manos y le vendaron los ojos. La tiraron entre los asientos con su panza de seis meses y se sentaron arriba. Primero, la llevaron a la Brigada de Investigaciones de La Plata. A la noche, ya estaba en el Destacamento de Arana...
–¿Dónde están los chicos?--gritó con desesperación y recibió un cachetazo de uno de los represores.
En Arana estuvo una semana. Después, la trasladaron a la Comisaría 5ª de La Plata. Allí, asistió el parto de Inés Ortega de Fossati –una chica de 17 años–. El 28 de marzo, le dijeron que la iban a liberar porque no querían otro nacimiento ahí. Sin embargo, la liberación no llegaba.
El 15 de abril, empezó con el trabajo de parto. La subieron a un patrullero. “Ya viene, ya viene”, gritaba ella, pero el auto no se detenía. Su hija, Teresa, nació a la altura del laboratorio Abbott en el cruce de Alpargatas. Después de unos minutos, el auto siguió viaje. Aunque Adriana pedía que se la alcanzaran, la beba seguía caída entre los asientos. Llegaron al Pozo de Banfield. Allí, el médico policial Jorge Bergés le cortó el cordón umbilical, le arrancó la placenta de un solo golpe y la puso a limpiar el piso. Recién después de eso, pudo abrazar a la beba –que estaba sucia y muerta de frío–.
FUTURIBLES
En Villa Mascardi, Río Negro, fueron desalojadas como parte de la comunidad Lafken Winkul Mapu.
El Estado
cómplice, generará un incendio intencional en toda la zona para luego construir
un barrio privado o un hotel 5 estrellas. O lo venderán a multinacionales para que
lo comercialicen.
Destrozarán la
casa común de sus ancestros, su territorio, el lugar tan pacientemente cuidado para
hacerse de dinero sucio.
Comentarios
Publicar un comentario